El imposible consenso sobre la educación

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Son ya muchos años y mucha la experiencia, demasiadas las decepciones y las ilusiones rotas, las expectativas no cumplidas, para que ahora vuelva a lamentarme sobre la imposibilidad de alcanzar un mínimo acuerdo, un pacto, un consenso, sobre la educación en España. ¡Qué poco le importa a los políticos! Porque si realmente les importara y tuvieran vergüenza no se levantarían de la mesa de negociaciones, pasara el tiempo que pasara y fueran las dificultades que fueran. Cuando los partidos políticos han tenido mayoría absoluta, se han limitado a imponer su ley, en contra de la opinión de los adversarios. Es lo que ocurrió, en su momento, con la LOGSE y la LOE, bajo los gobiernos del PSOE, y con la LOMCE, también conocida como Ley Wert, con el PP. Ninguna nació del consenso previo (quizás la que más se acercó fue la LOE) sino que se aprobaron tras algunas negociaciones, en las que seguramente se produjeron cesiones en aspectos que nada tenían que ver con la educación.

Parecía que con la ruptura del bipartidismo y la necesidad ineludible de alcanzar pactos para elaborar leyes o lograr acuerdos económicos, por ejemplo, había llegado el momento tan deseado de conseguir el pacto educativo por el que suspira la mayor parte de la ciudadanía. Debatir, alejarse de posiciones inmovilistas, yo cedo y tú cedes, ninguno estamos de acuerdo en todo pero sí en lo fundamental. A comienzos de este año 2018, después de una serie de un año de trabajos previos, de escuchar a 80 comparecientes y de elaborar 15 puntos sobre los que basar el posible acuerdo, la subcomisión para el pacto educativo comenzó a trabajar. Parecía que estábamos en el buen camino, pero ¡ay! hemos tropezado, según parece, con «obstáculos insalvables», a saber, la financiación que, según los partidos de la izquierda parlamentaria, es totalmente insuficiente. Y también, la falta de participación de la comunidad educativa, la eliminación de la religión de las aulas… Total, que la izquierda, el PNV y la comunidad educativa de la escuela pública se ha levantado de la mesa negociadora y estamos como al principio. O sea, como siempre.

La verdad es que ya no sé si volver a reflexionar sobre este tema, porque creo que no da para más. Me limitaré a enfadarme y a esperar que los centros educativos sean capaces de funcionar sin financiación ni profesorado ni medios suficientes, aunque eso es realmente lo que han hecho casi siempre. Pero ya está bien de que sea únicamente el esfuerzo y la profesionalidad de los docentes los que le saquen las castañas del fuego a los partidos.

Me hago eco de algunos artículos que tienen algunos años y nos permiten ver que nada ha cambiado, y noticias actuales que hablan de todo esto, porque no sólo de métodos y técnicas de aprendizaje vive el profesor.

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