Aunque hace ya más de un año que me jubilé, todavía hay madres y padres que siguen poniéndose en contacto conmigo para consultarme dudas o pedir consejos sobre sus hijos. Eso, por un lado, me halaga y alegra ya que significa que confiaron y siguen confiando en mi labor de orientación, pero por otro implica que no termino de desconectar con un trabajo que me absorbió durante mucho tiempo.
Hace unos días recibí el correo de una madre preocupada porque su hijo, que cursa 6º de Primaria y el año que viene se incorporará al Instituto, no encaja en su grupo, no es capaz de integrarse, se siente aislado, a veces se burlan de él porque no juega bien al fútbol… Y tiene miedo de que cuando cambie de centro siga teniendo ese problema y se agrave. Me pide algún tipo de material sobre habilidades sociales, lecturas, vídeos, etc., que le proporcionen pautas de actuación. Ya ha hablado con su tutora, temiendo que estuviera sufriendo acoso y ésta le comenta que no, que es un niño introvertido, que a esas edades se manifiestan las típicas actitudes de liderazgo, que en clase sí está integrado, aunque no es excesivamente popular… Yo le he explicado que, sin conocer al niño, sin hablar con él, es difícil dar pautas o consejos. Únicamente puedo confiar en la experiencia y tratar el tema de forma general.
En primer lugar habría que ver si es un problema que ya arrastra desde hace tiempo o que se ha manifestado en los últimos años. Puede ser debido a que tenga una personalidad introvertida, que sea por timidez, por falta de confianza en sí mismo, por falta de autoestima, por algún tipo de complejo… También habría que saber cómo es su comportamiento en casa, si es un niño excesivamente pasivo o complaciente, si las relaciones familiares son buenas, si estamos hablando de padres excesivamente permisivos o, por el contrario, de que hayan sido demasiado estrictos o controladores. Son muchos los aspectos que desconozco e, incluso, aunque los conociera, hasta que no hablara personalmente con él sería imposible hacerse una idea aproximada.
Antes de nada es importante reconocer algunas características de esta etapa del desarrollo evolutivo llamada pubertad (cuando nos referimos a los cambios corporales o fisiológicos) o preadolescencia (si nos referimos al campo psicosocial o cultural), que se suele establecer entre los 10-11 y los 14 o 15 años, es decir, los correspondientes a finales de primaria y toda la educación secundaria obligatoria. En estas edades se producen una serie de cambios físicos y psicológicos que condicionan nuestra labor como padres y como docentes (recomiendo la lectura de Eventos del desarrollo en el niño de 11 a 14 años, en el portal Familia y Salud para conocer más estos aspectos). La maduración sexual, los denominados «estirones», el cambio de voz, el desarrollo de la musculatura en los niños y de los pechos en las niñas, el conflicto dependencia-autonomía, la necesidad de ser admitidos y reconocidos en el grupo…, son algunos de los ámbitos que hay que analizar, por si en alguno de ellos encontramos disfuncionalidades. Sin entrar en todas las características de esta etapa, quiero centrarme en varios problemas que suelen preocupar más a las familias y a los profesores: las dificultades en las relaciones personales, la falta de confianza y/o la baja autoestima, que repercuten de manera negativa en el desarrollo de la personalidad