Archive for the ‘profesorado’ Category

Las cualidades del buen docente

8 de enero de 2018

En todos los blogs y páginas web educativas abundan las entradas y los artículos sobre las herramientas, los métodos y las técnicas de aprendizaje. En este mismo blog se pueden encontrar muchos ejemplos. Todo aquello que facilite el trabajo del docente y el aprendizaje del alumno es bienvenido y hay que ponerlo en práctica. En las facultades de educación se dedica mucho tiempo a analizar las estrategias, los métodos y la didáctica que debe utilizar el profesor, las competencias y las habilidades que debe adquirir el alumno y cómo hacerlo. Profesorado bien preparado y competente, alumnado motivado, material suficiente y adecuado. Todo ello es importante, no cabe duda y sin ello no sería posible una educación de calidad. En los medios de comunicación se suele dar relevancia a noticias sobre los resultados del Informe PISA, sobre la calidad de la educación en Finlandia, sobre el pacto educativo… Y en los centros se debate, se evalúa, se proponen estrategias, se intentan mejorar continuamente los resultados del aprendizaje de los estudiantes.

Pero quizás nos estemos olvidando de lo más importante y que repercute directa y fundamentalmente en todo el sistema educativo: las cualidades de un buen docente. Esa es la base de todo, no cabe ninguna duda y numerosos estudios lo demuestran. Podemos incrementar la inversión en educación, dotar a los centros de más medios y recursos, consensuar leyes educativas, disminuir el número de estudiantes por aula… Pero sin el docente, sin su preparación, sin su personalidad, sin sus cualidades, todo lo demás es irrelevante. Aula con pocos alumnos, muchos libros, ordenadores, espacios amplios, todo lo que podamos imaginar que facilite la tarea, nada de eso importa si el profesor no sabe realizar su trabajo y si, y esto es en lo que quiero hacer hincapié, no está dotado de unas cualidades que, en algunos casos se pueden aprender, pero en otros dependen de su personalidad. En eso consiste, precisamente, la dificultad de su preparación y de su selección.

Mi experiencia, mis años de trabajo en la enseñanza y muchos artículos y estudios me permiten, aunque seguramente con muchas limitaciones, exponer aquellas cualidades que debe tener un buen docente y que deberían ser un referente. Entre ellas no encontraréis la vocación porque creo que esa cualidad es la suma de todas las que expongo a continuación.

1. Paciencia. Saber adaptarse a los diferentes ritmos de aprendizaje de sus alumnos, no pretender que todos alcancen al mismo tiempo los mismo resultados, tener presente que son personas que están en fase de maduración, muchas veces con problemas personales y familiares que condicionan su comportamiento, aunque eso no signifique excesiva permisividad con actitudes irrespetuosas o indisciplinadas.

2. Cariño. El alumno debe sentir que no es uno más en la clase, sino que el profesor se preocupa por sus problemas y los conoce. Aprenderse en los primeros días los nombres de cada uno, preguntarles lo que les gusta, hacerse cercano, decir palabras de aliento, saber escuchar, sonreír… Hay muchas formas de expresar el cariño, la cercanía, la estima. Los estudiantes agradecen esos gestos que humanizan al docente y muestran que es alguien en quien se puede confiar y que refuerzan su autoridad. Hay que recordar las palabras de Freire: “Es imposible enseñar sin la capacidad forjada, inventada, bien cuidada, de amar”.

3. Motivación. La capacidad de motivar a los demás debe partir de la propia motivación del profesor, de concederle a su trabajo la importancia que tiene. Reconozco que este no es precisamente un buen momento para que un docente se sienta motivado, aunque el buen profesional suele dejar a un lado las dificultades y obstáculos que provienen del entorno y centrarse en su labor. Motivarse él como profesor para poder motivar a sus alumnos, buscar y encontrar en su tarea todo aquello que ilumine su trabajo. Y son muchas las luces que puede encontrar, la primera de ellas, la posibilidad de hacer mejores a las personas, porque eso también nos hará mejores.

4. Entusiasmo. Enlaza con el anterior. Un docente motivado es un docente que se entusiasma con su trabajo y transmite su pasión y su emoción a sus alumnos. A estos les resultará muy difícil permanecer impasible ante alguien que se entrega en su trabajo, que lucha por hacer entender los problemas más complejos, que disfruta, que se entrega. Su ejemplo, además, servirá para que aquellos que le rodean, afronten las dificultades también con entusiasmo. A punto de jubilarme, en junio de 2015, escribí un artículo titulado Pon todo tu corazón en lo que hagas, en donde explicaba con más amplitud y ejemplos la necesidad de apasionarnos con nuestro trabajo, ya que eso alejará la apatía de muchos estudiantes.

5. Empatía. Hace tres años escribí una entrada titulada La empatía en las aulas, en la que exponía la necesidad de los docentes de sentir con el otro, en este caso sus alumnos, entender y aceptar sus estados emocionales y comprender las razones de su comportamiento. Dentro de lo que se conoce como inteligencia emocional, la  empatía se define capacidad de reconocer emociones en los demás, de interpretar las señales que los demás expresan de forma inconsciente es fundamental para la vida en el aula. El docente debe estar atento a ese pulso, a ese latido individual y grupal que le rodea y procurar que sus alumnos también sean capaces de empatizar con sus compañeros y con su profesor.

6. Capacidad de mejora. Todos tenemos capacidad de mejorar en nuestro trabajo y en nuestras relaciones. Aunque es prácticamente imposible alcanzar la perfección, siempre debemos aspirar a ella, perseguirla, esforzarnos para subir peldaños, descubrir nuevos retos y nuevos horizontes. Aprender de los demás, formarse continuamente, estar al día en todas las novedades metodológicas y didácticas, aprovechar aquellas que mejor se adapten a nuestra personalidad y a nuestros medios. Lo peor que puede hacer un docente es conformarse, creer que ya no puede hacer más ni conseguir mejores resultados.

7. CríticoUn docente debe ser humilde, evaluarse constantemente, saber reconocer sus errores y sus aciertos y ser flexible para cambiar aquello que no da resultado. También debe saber aceptar las críticas de los demás, especialmente de sus alumnos, porque la capacidad de criticar, de reflexionar y exponer con argumentos sólidos aquello con lo que no están de acuerdo, debe ser uno de los objetivos para formar buenos ciudadanos.

Para finalizar, leed la entrada Mis diez mejores frases sobre educación. ¿Cuál es tu preferida? de un blog que suelo leer habitualmente, justificaturespuesta.com. Creo que completan de manera muy acertada todo lo que conlleva ser un buen docente.

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Volvamos a las aulas

22 de marzo de 2017

No me resisto a compartir, tal cual y sin comentarios, que serían muy positivos, esta entrada de INED21 titulada Volvamos a las aulas, donde se pone de relieve (se pone en valor, como ahora repiten constantemente muchos políticos) la labor de los buenos docentes.

¿CUÁL ES EL FUTURO DE LA ESCUELA? Desde hace años llevamos arrastrando una constante crisis educativa. La vieja aspiración, y el poco avance conseguido, de que la escuela elimine las desigualdades sociales mantiene un residuo de inconformismo que, en épocas como las actuales de convulsiones y crisis humanas, sociales, políticas y económicas, se agudiza sobremanera.…

a través de VOLVAMOS A LAS AULAS — INED21

La jubilación de un maestro

18 de enero de 2017

Hace unas semanas se jubiló en Zufre, una localidad de la provincia de Huelva, Juan Antonio González, un «maestro de pueblo» como él mismo se define. Allí enseñó a varias generaciones durante 32 años de trabajo, y sus compañeros, alumnos y familias lo despidieron el día de su jubilación con un sencillo y precioso homenaje que se recoge en un vídeo de poco más de un minuto. Recorriendo los pasillos y el patio de su colegio, con una sonrisa, ligero de equipaje y emocionado, saluda a todos mientras le aplauden. El vídeo finaliza cuando sale del colegio y se dirige, seguramente, a su casa. Estoy seguro de que tuvo que hacer un gran esfuerzo para que no se le saltaran las lágrimas. No le conozco personalmente, pero sí he conocido a muchos que, como él, se han dedicado en cuerpo y alma a transmitir valores con su ejemplo, trascendiendo la mera enseñanza de conocimientos e imprimiendo pasión y alegría en su trabajo.

En el reportaje que inserto al final se recogen algunas frases que todos los que nos dedicamos a la enseñanza deberíamos tener siempre presentes: “Hay que mirar más a los ojos. Y hemos de tocarnos más. El contacto es esencial para el aprendizaje”, “Los colegios, los profesores, deben volver a poner en el centro de todo al alumno. Parece que nos hemos olvidado de ello”, “Yo he tratado de seguir esa pauta durante mis 32 años en activo. Antes de formar a los chicos, hay que intentar que sean buenas personas. Esa herramienta es mucho más útil para la vida que cualquier conocimiento adquirido”.

Ante la pregunta de cómo se puede llegar al corazón de los alumnos, responde de una manera que puede servir de ejemplo para cualquier maestro o profesor y que encierra una auténtica filosofía docente: “Es sencillo. Hazle reír y muestra interés en lo que les pasa. Así todo resulta mucho más sencillo”.

Enhorabuena, Juan Antonio. Estoy seguro de que sabrás disfrutar de la jubilación como te mereces.

La cara desconocida del maestro de Huelva despedido por sus alumnos como una estrella

Juan Antonio, de 61 años, es el profesor jubilado de un pueblo de Huelva en el que sus alumnos lo vitorearon el día de su despedida.

El sentido del humor en las aulas

20 de diciembre de 2016

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Los docentes estamos convencidos de que la nuestra es una actividad muy seria, entre otras cosas porque tenemos en nuestras manos la posibilidad de ayudar a que los estudiantes crezcan como personas, construyan su personalidad, se inserten en la sociedad como ciudadanos responsables, amén de incrementar su cultura, sus conocimientos, su capacidad de trabajo… Es decir, tareas de mucho calado y que requieren mucha dedicación, preparación y esfuerzo. Pero la seriedad de la tarea y de la responsabilidad no está reñida con la creación de un ambiente agradable, de un entorno rico en experiencias entre las que se encuentra, no cabe ninguna duda, el sentido del humor. La vida ya está excesivamente condicionada y repleta de situaciones difíciles y duras, que observamos a diario en las casas, en las calles, en las redes sociales, en la televisión o en las familias que vienen a visitarnos para que también convirtamos los centros educativos en lugares tristes o desagradables.

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En el artículo Un poco de humor en el aula, por favor publicado en EducaconTic, se desgranan los beneficios de introducir el humor en las clases. Los beneficios del sentido del humor son enormes. Provocan mayor cercanía con las personas, aumentan la motivación por las tareas que hay que realizar, disminuye el estrés, ayuda a ver la realidad de forma menos dramática. También son notables los beneficios en la mejora de la cohesión del grupo clase o en el propio aprendizaje. ¿Por qué todo va a ser siempre serio? La seriedad está sobrevalorada en la Escuela.

En el mismo artículo podemos encontrar también una serie de estrategias para introducir el humor en las clases:

  • En primer lugar, para que haya humor en el aula tenemos que propiciarlo. Hay que reírse, de uno mismo, de tus propias equivocaciones, despistes, errores que todos los profesores comentemos a lo largo del día delante de los demás. Esa aceptación con humor del error es el mejor ejemplo para nuestros alumnos.
  • En segundo lugar, generar espacios de humor. Los profesores tenemos la capacidad de modular el desarrollo de las clases, de introducir silencios, de focalizar la atención o de usar elementos para controlar el ruido. ¿Por qué no usar activamente el humor? Pon un chiste o una anécdota en medio de una explicación, antes de una actividad, cuando quieras cambiar de tarea… ¡busca el momento para reírte con tus alumnos!
  • En tercer lugar, habilitar momentos para el humor: espacios propios de clase para contar chistes; tener días locos en los que ir disfrazado con algún motivo del cual reírse, como llevar calcetines desparejados, sombrero, camisetas al revés…
  • Por último, una buena opción sería la de aprovechar los trabajos para introducir elementos de humor, para ayudar a que los alumnos sean creativos con sus producciones focalizando en este aspecto.  

Si os paráis a pensarlo no es tan difícil y con toda seguridad vuestro trabajo y el de vuestros estudiantes será mucho más agradable y aprenderán mejor.

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En el artículo Educar con humor no es ningún chiste, la doctora Begoña García, doctora en Psicología y profesora titular de Educación y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid, también señala que impartir una clase con sentido del humor tiene un gran impacto en la enseñanza. Si se aplica en la enseñanza se logrará que los alumnos estén más motivados para aprender y les será más fácil retener la información que reciben que si se les suelta un sermón teórico que les resulte aburrido. Además, mejora el clima y el ambiente de clase, tanto con el profesor como entre los compañeros, y fomenta la creatividad, porque si hay censura y miedo en el aula es imposible aportar nuevas ideas y crear.

Queda poco para finalizar 2016 y el primer trimestre del curso, y en unos días comenzarán las vacaciones de Navidad. Es normal que, ante el comienzo de un nuevo año, nos propongamos una serie de objetivos a realizar. Uno de ellos podría ser el de introducir el sentido del humor en nuestras aulas. ¿Por qué no?

Felices fiestas y que tengáis un excelente 2017.

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¿Será posible, por fin, el pacto educativo?

18 de noviembre de 2016

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Parece que soplan nuevos vientos en política. Por ahora se han acabado los rodillos y las mayorías absolutas, que han provocado una de las más lamentables épocas para la ciudadanía. En educación, la crisis económica produjo una disminución en las inversiones educativas que se tradujo en falta de profesorado de apoyo, de sustituciones, de mejoras materiales… Las brechas se hicieron más grandes, pues la escuela pública sufrió mucho más que la privada dicha crisis. A eso se sumó la nefasta actuación de un personaje cuyo paso por el Ministerio de Educación ha dejado una huella que esperemos se pueda superar, pues han sido unos años perdidos que ya no se podrán recuperar.

Se habla de la necesidad de un pacto educativo (hace años que venimos escuchando esta cantinela, a ver si alguna vez se hace realidad), como el que ya intentaron en su momento el PSOE con el ministro Ángel Gabilondo en el año 2010, pero que fue tumbado por el PP, o el que presentó hace unos meses José Antonio Marina mediante el documento titulado Papeles para un pacto educativoCreo que cualquiera de los dos podrían servir de punto de partida para iniciar un debate serio, riguroso y lo más amplio posible en la sociedad. El problema está en los casi seguros enrocamientos que los diferentes partidos políticos, sindicatos, asociaciones de profesores y de padres, etc., van a mostrar en dicho debate, si al final se produce.

Sería muy importante, como planteamiento inicial, dejar a un lado las confrontaciones políticas, en concreto derecha-izquierda, tratando de eludir las profundas diferencias que los separan y poner el acento en aquellos puntos que pueden ser consensuados: el papel del profesorado y su formación inicial y continua, la necesaria financiación de la educación, la modernización de la FP…

Analizar qué educación queremos para qué tipo de sociedad. Para ello es fundamental contar con expertos, y aquí utilizo el término experto como persona que tiene experiencia, es decir, aquellos que realmente trabajan con los estudiantes de las diferentes etapas educativas y no los que se limitan a realizar propuestas teóricas sin analizar los problemas reales en las aulas. Como es lógico, también sería importante la colaboración de expertos en sociología, tecnologías, mundo sindical y empresarial, asociaciones de profesorado y de familias, etc., pues se enriquecería el debate y la reflexión. No me olvido aquí, claro está, del papel de los orientadores y orientadoras en los centros. Su conocimiento del sistema educativo, de los problemas de los estudiantes, de las charlas y reuniones con los tutores y con los profesores, de su relación con los equipos directivos, etc., los convierten en actores imprescindibles y necesarios en este análisis. Debemos aprovechar esta situación y liderar, si es posible mediante documentos consensuados por los distintos colectivos, las reflexiones que se realicen.

Ahondar en la autonomía de los centros, que en la actualidad son prisioneros de una administración que muy pocas veces se preocupa de los problemas reales en las aulas.

Y, como es lógico, analizar la realidad y la situación actual de la enseñanza, sin poner paños calientes, sin dejar que los reproches y las culpas envenenen el debate ni dejar que los intereses políticos y económicos tapen o encubran las carencias que realmente tiene el sistema educativo. ¿De verdad que no es posible encontrar un mínimo punto de consenso?

En estos momentos parece que lo más urgente es ir desmontando, entre otras cosas, el calendario de implantación de determinados aspectos de la LOMCE, como las reválidas. Según las últimas noticias aparecidas en prensa la reválida de la ESO será voluntaria y la de Bachillerato sólo examinará de las asignaturas de 2º curso. Es un primer paso, pero importante, sobre todo para lograr que alumnado, profesorado y familias sepan a qué atenerse de aquí a final de curso. Crucemos los dedos y esperemos que, dada la urgencia de esta y otras medidas, la educación deje de ser un campo de confrontación y se convierta en lo que debe ser, una fuente de riqueza, de cultura, de formación de ciudadanos responsables y dueños de su presente y de su futuro.

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Preadolescencia y autoestima

27 de octubre de 2016

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Aunque hace ya más de un año que me jubilé, todavía hay madres y padres que siguen poniéndose en contacto conmigo para consultarme dudas o pedir consejos sobre sus hijos. Eso, por un lado, me halaga y alegra ya que significa que confiaron y siguen confiando en mi labor de orientación, pero por otro implica que no termino de desconectar con un trabajo que me absorbió durante mucho tiempo.

Hace unos días recibí el correo de una madre preocupada porque su hijo, que cursa 6º de Primaria y el año que viene se incorporará al Instituto, no encaja en su grupo, no es capaz de integrarse, se siente aislado, a veces se burlan de él porque no juega bien al fútbol… Y tiene miedo de que cuando cambie de centro siga teniendo ese problema y se agrave. Me pide algún tipo de material sobre habilidades sociales, lecturas, vídeos, etc., que le proporcionen pautas de actuación. Ya ha hablado con su tutora, temiendo que estuviera sufriendo acoso y ésta le comenta que no, que es un niño introvertido, que a esas edades se manifiestan las típicas actitudes de liderazgo, que en clase sí está integrado, aunque no es excesivamente popular… Yo le he explicado que, sin conocer al niño, sin hablar con él, es difícil dar pautas o consejos. Únicamente puedo confiar en la experiencia y tratar el tema de forma general.

En primer lugar habría que ver si es un problema que ya arrastra desde hace tiempo o que se ha manifestado en los últimos años. Puede ser debido a que tenga una personalidad introvertida, que sea por timidez, por falta de confianza en sí mismo, por falta de autoestima, por algún tipo de complejo… También habría que saber cómo es su comportamiento en casa, si es un niño excesivamente pasivo o complaciente, si las relaciones familiares son buenas, si estamos hablando de padres excesivamente permisivos o, por el contrario, de que hayan sido demasiado estrictos o controladores. Son muchos los aspectos que desconozco e, incluso, aunque los conociera, hasta que no hablara personalmente con él sería imposible hacerse una idea aproximada.

Antes de nada es importante reconocer algunas características de esta etapa del desarrollo evolutivo llamada pubertad (cuando nos referimos a los cambios corporales o fisiológicos)  o preadolescencia (si nos referimos al campo psicosocial o cultural), que se suele establecer entre los 10-11 y los 14  o 15 años, es decir, los correspondientes a finales de primaria y toda la educación secundaria obligatoria. En estas edades se producen una serie de cambios físicos y psicológicos que condicionan nuestra labor como padres y como docentes (recomiendo la lectura de Eventos del desarrollo en el niño de 11 a 14 años, en el portal Familia y Salud para conocer más estos aspectos). La maduración sexual, los denominados «estirones», el cambio de voz, el desarrollo de la musculatura en los niños y de los pechos en las niñas, el conflicto dependencia-autonomía, la necesidad de ser admitidos y reconocidos en el grupo…, son algunos de los ámbitos que hay que analizar, por si en alguno de ellos encontramos disfuncionalidades. Sin entrar en todas las características de esta etapa, quiero centrarme en varios problemas que suelen preocupar más a las familias y a los profesores: las dificultades en las relaciones personales, la falta de confianza y/o la baja autoestima, que repercuten de manera negativa en el desarrollo de la personalidad

Partiendo de la base de que no hay problemas más complejos y profundos, que deberían ser tratados por un especialista, y que se deba a causas normales y típicas de la pubertad, hay mucho material que puede ayudar. En la página web de educaciontrespuntocero hay varios vídeos de Pedagogía Blanca, elaborados por la psicóloga Azucena Caballero, que duran unos 25 minutos, con consejos para incrementar la autoestima de los hijos o de los alumnos, porque van dirigidos a padres y madres y a docentes. Son consejos muy útiles y prácticos, casi todos basados, más que en la neurociencia, en el sentido común. Aquí dejo los dos enlaces:
Por último, y para completar la información y estas estrategias, no está de más acercarnos a los complejos que, a veces de manera excesiva, pueden estar presentes en algunos jóvenes. En la web DonPsico, de la que ya he hablado en alguna ocasión se analizan las posibles causas y cómo enfrentarse a los complejos en estas edades.Pincha en la imagen para ir a la página.

Día Mundial de los Docentes

5 de octubre de 2016

En 1994 la UNESCO declaró el 5 de octubre Día Mundial de los Docentes. Y yo declaro, a mi vez, que estoy en contra de la celebración de todos estos días, como si el resto del año tuviéramos que mirar para otro lado y olvidarnos que lo que hay que celebrar diariamente es la vida de todos los seres en su conjunto, su bienestar, su felicidad, la conservación de la naturaleza, la ilusión, la esperanza en un mundo mejor… Pero como no podemos mirar para otro lado y estar luchando continuamente contra lo establecido, y celebrar que los docentes somos esenciales en el mundo como pilar para mejorar la sociedad tampoco es malo, aprovechemos la ocasión.

El lema propuesto este año 2016 es «Valoremos al docente, mejoremos su condición profesional». Con este lema se pretende recordar la aprobación, en 1966, de la Recomendación Conjunta de la OIT y la UNESCO relativa a la Condición del Personal Docente. Pero me temo que todo se queda en buenas palabras y que, por mucho que se celebre este día, la sociedad sigue sin valorar la figura del docente. Un ejemplo lo podemos encontrar en el siguiente vídeo de la Fundación PROMAESTRO en el que se muestra cómo todos llevamos un profesor o un maestro dentro y que todos tenemos la fórmula y la solución para resolver los problemas que conlleva su labor. Pero no todos, por supuesto, son, saben o pueden ser maestros o profesores.

La educación actual, a juicio

3 de octubre de 2016

Aunque todos los que nos dedicamos a la educación lo sabemos, la profesión docente es una de las más difíciles de ejercer. Son tantos y tan complejos los factores que intervienen que es prácticamente imposible controlarlos todos. Incluso partiendo de una excelente preparación del profesorado y de unas condiciones materiales adecuadas, sigue siendo una tarea extremadamente difícil y de una enorme responsabilidad, y más si tenemos en cuenta la época que nos ha tocado vivir, en la que apenas se encuentran faros o balizas claras y nítidas que señalen la ruta, ya que son demasiadas y, a veces, esconden oscuros intereses (por ejemplo, intereses políticos, editoriales…). Y tampoco se encuentran caminos anchos y bien asfaltados por los que sea cómodo caminar, pues están sembrados de numerosos obstáculos, baches y trampas. Estos caminos tendrían que ser construidos por las administraciones educativas pero, ya veremos más adelante, que en lugar de carreteras o autopistas, construyen caminos de cabras o destruyen los que estaban ya bien hechos

Si empezamos por la preparación del profesorado, son numerosas las voces autorizadas que, desde hace décadas, claman en el desierto por la escasa formación didáctica, metodológica y práctica que se imparte en las facultades de educación. Hay excesivos contenidos teóricos que después tienen poca o nula aplicación en las aulas. Y eso con los maestros de primaria, porque con los futuros profesores de secundaria, bachillerato y formación profesional el panorama es todavía peor. En la actualidad, los másteres de educación secundaria (MAES) se limitan a introducir, de manera burda y poco elaborada, algunos contenidos didácticos que sólo pretenden cubrir el expediente. La universidad todavía está muy lejos de poder implantar un protocolo y una estrategia capaz de conectar al futuro profesorado con la vida real de los centros educativos. Únicamente la experiencia, años de trabajo en colegios e institutos, el apoyo y la ayuda de los compañeros y de la dirección, y el esfuerzo y la dedicación personal, son las herramientas que sustituyen a la formación inicial del profesorado. Tampoco ayudan mucho, la verdad, los centros de profesores (centros del profesorado en Andalucía), que se han convertido en una extensión más de la administración educativa y que conectan mal con las necesidades reales de los docentes.

Otro obstáculo, todavía peor que los anteriores, es la administración educativa. Por si no fuera compleja la realidad de las aulas, muchas de ellas con excesivo número de alumnos, algunos con necesidades específicas de apoyo educativo, con dificultades de aprendizaje, con situaciones familiares extremas (paro, desarraigo, maltrato…), alumnado inmigrante, a veces el bullying, el uso inadecuado de las tic (en el caso de que éstas funcionen, claro), tengo que confesar que de mis cuarenta años de experiencia docente, los últimos los he vivido con auténtica desazón por la cantidad de horas que tenía que dedicarle a tareas burocráticas. Y lo peor es que la inspección, lejos de ayudar y de orientar al profesorado se ha dedicado, con honrosas excepciones, a vigilar y a comprobar que esas tareas estaban correctamente realizadas. Desconozco la situación de otras comunidades autónomas, pero en Andalucía sé de compañeros que tienen pesadillas con Séneca, la aplicación diseñada por la Consejería de Educación para llevar a cabo todo el proceso de gestión administrativa que conlleva la labor docente. Y aquí está el quid de la cuestión: ese proceso se ha multiplicado de tal forma que es incalculable el número de horas que hay que dedicarle para hacerlo correctamente: tutorías, entrevistas de padres, sesiones de evaluación, boletines de notas, programaciones docentes, comunicaciones a las familias… Aunque es lógico que exista control por parte de la administración, ya que es ella la que proporciona los medios, no es lógico que quiera controlarlo todo, pues impide la necesaria creatividad docente, que cada vez encuentra más dificultades para desarrollarse.

Leyes educativas cambiantes, currículos cada vez más cerrados, reválidas, evaluaciones de centros, menor inversión en educación, bajas que no se cubren, desinterés general por la educación tanto por parte de muchos padres como por los partidos políticos, que la utilizan como medio de atacar al adversario o de introducir determinadas ideologías. Así podríamos seguir páginas y páginas, horas y horas.

Aunque ya soy un profesor jubilado, me duele la situación actual de la educación. Se habla desde hace mucho tiempo de que hay que alcanzar un gran pacto por la educación, pero mientras se haga exclusivamente desde el ámbito político y no seamos capaces de implicar de manera efectiva a todos los que directamente están implicados en la enseñanza (profesorado, familias, alumnado, agentes sociales…), seguiremos lamentándonos y perdiendo un tiempo precioso.

Dejo para el final un vídeo impactante que refleja una parte, quizás la más importante, de la enseñanza: qué hacemos actualmente en las escuelas. ¿Preparamos realmente a los estudiantes para el futuro o seguimos mirando sólo al pasado, reproduciendo patrones y errores que sabemos que existen pero no somos capaces de evitar?

 

Los profesores de hoy en día

25 de febrero de 2016

(publicado originalmente en el blog trecegatosnegros)

En un mismo diario digital encuentro dos artículos que en apariencia son contradictorios, pero en el fondo no lo son tanto. En el primero se asegura que“los profesores de hoy en día le dan mil vueltas a los que había antes”. La frase es de Francesc Pedrò, analista de políticas en el centro de la OCDE para la Investigación Educativa e Innovación, referencia en materia de política educativa y aplicación tecnológica. Lo más importante es el docente, no las políticas ni los dispositivos, continúa diciendo, haciendo hincapié en la necesidad de preguntar más a los profesores qué es lo que necesitan y, algo fundamental, su formación, tanto inicial como continua.

La visión pesimista que se tiene de las capacidades docentes actuales es refutada por Francesc Pedrò: es una falacia que el profesorado siga enseñando igual que en el siglo XIX porque, aunque las aulas, los pupitres o la distribución de espacios sigan siendo similares, lo que ha cambiado radicalmente es el tipo de actividades y la capacitación técnica docente: “Lo difícil ahora es mantener la atención y la disciplina de una clase así, y para eso se requieren competencias que no eran necesarias en el siglo XIX. Los docentes de ahora les dan mil vueltas a los que había”. Reconoce que el alumnado, las familias, el ambiente cultural y social…, condicionan la enseñanza. Ni los contenidos pueden ser los mismos, ni la forma de impartirlos, ni las necesidades de los estudiantes ni de la sociedad en la que tienen que insertarse, por lo que la revisión de todos estos aspectos debe ser continua. Si analizamos la enorme cantidad de cambios que se producen y la rapidez de los mismos, es impensable mantener los conocimientos, las habilidades y las estrategias de enseñanza aprendizaje de hace unos años. Lo que hay que plantearse es si la pedagogía responde a las necesidades que el país tiene y no empecinarse y rasgarse las vestiduras por el fracaso escolar, la escasa transmisión de contenidos, la falta de autoridad del profesorado, etc.

El otro artículo, titulado “Cómo la educación española se echó a perder, contado por una profesora veterana”, también pone el acento y la importancia de la enseñanza en el profesorado (por cierto, yo siempre había creído que lo importante eran los alumnos y su educación), pero con una visión pesimista por parte de la entrevistada, Luisa Juanatey, profesora de instituto jubilada con más de 30 años de experiencia docente, que ha escrito el libro “Qué pasó con la enseñanza. Elogio del profesor”. Según parece, los males de la enseñanza están en la pérdida de autoridad del profesorado y su falta de valoración por parte de la sociedad en general, la devaluación de la enseñanza a partir de la LOGSE, el desprecio de la memoria y del esfuerzo, los padres malcriadores y consentidores, etc. No niego que parte de este análisis pueda tener razón en algunos puntos, pero creo que es excesivamente simplista. Es cierto que se ha desvirtuado la importancia de la educación, que se han implantado leyes educativas sin dejar que tomaran cuerpo, que no se han tenido en cuenta las opiniones del profesorado y sus necesidades, que no se ha formado adecuadamente a los docentes, que se ha politizado excesivamente la educación…

Pero es imposible comparar la educación que se impartía hace 30 o 40 años con la actual porque las circunstancias son radicalmente diferentes. Ni la sociedad, ni las personas, ni los medios, ni las necesidades son las mismas. Padres que acudían a la escuela o al instituto con una mezcla de temor o de reverencia son impensables en la actualidad, porque ningún ciudadano, por ejemplo, admitiría la impunidad o la amenaza de algún agente de la autoridad o la soberbia y el descaro de algún político (bueno, esto último lo pongo entre paréntesis); profesores que impartían sus clases en silencio absoluto, sin plantearse una enseñanza diversificada y adaptada y que podían expulsar a los alumnos en cuanto se incumplía alguna norma; alumnos respetuosos y obedientes, que no se planteaban protestar o interrumpir las clases… Todo eso ha pasado o debería haber pasado a la historia. Ahora existen los derechos y deberes del alumnado, del profesorado y de las familias, las adaptaciones curriculares, alumnado con necesidades de apoyo educativo, los consejos escolares, la participación de las familias, etc. Y eso no significa que me olvide de todos los problemas y males que aquejan a la educación, que son muchos, pero en todas las épocas los ha habido, y los profesores nos hemos quejado (cuando empecé en el año 1975, mis compañeros de colegio más veteranos también se quejaban y en el instituto, en los años 60, cuando yo era alumno, los profesores también nos decían que éramos unos incompetentes y que no queríamos estudiar, nosotros, que teníamos que hacer una prueba de ingreso y dos reválidas, cuando la enseñanza no era obligatoria).

¿Por qué dije al principio que estos dos artículos no eran en el fondo contradictorios aunque lo parezcan? Porque ambos, con diferentes perspectivas, hablan desde el amor a la enseñanza y reivindican la figura del profesor, piedra angular de la institución educativa, aunque sea el alumno su razón de ser. Mientras los partidos políticos y las autoridades educativas no lo tengan claro y trabajen al unísono, dejando a un lado sus diferencias y mientras la sociedad no exija a sus dirigentes que la educación sea el centro de sus discursos, puesto que el progreso y el cambio real sólo se realizará con ciudadanos bien formados, todo lo que digamos y escribamos no servirá para nada y se quedará en esto, en artículos, libros y entrevistas que únicamente mostrarán el desencanto y la frustración de los docentes y los brindis al sol de los políticos.

¿Por qué no mantener abierto el debate sobre lo que ocurre en las aulas? Reflexiones después del homicidio de Abel Martínez, profesor

4 de mayo de 2015

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Uno de mis blogs preferidos y que me sirve de referencia para muchas de mis entradas es el de Alberto del Mazo ¿QuÉduQuÉ-QuÉduCuándo? En su artículo publicado el 2 de mayo trata sobre un tema que no debe caer en el olvido y que quiere mantener vivo. Partiendo del apuñalamiento del profesor Abel Martínez por un alumno de 13 años, Alberto hace un recorrido por diferentes blogs y redes sociales entresacando algunas opiniones y reflexiones que dan una visión sobre lo que el mundo educativo y el psiquiátrico piensa de ese triste hecho.

A continuación se recogen también otros artículos en los que se analiza qué podemos hacer a partir del suceso, con materiales muy diversos que nos aproximan y que nos pueden dar respuestas para afrontar situaciones, si no similares (esperemos que no), sí como prevención para que no vuelvan a ocurrir. Muy útil es una entrada sobre recursos para intervenir en emergencias sociales, tragedias y desastres.

Se puede leer el artículo completo en el siguiente enlace:

¿Debemos mantener abierto el debate sobre lo que ocurre en las aulas? Reflexiones después del homicidio de Abel Martínez, profesor

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trecegatosnegros

un viaje por la suerte, el destino y lo que somos

Mónica Diz Orienta

Por José Manuel Castro Díaz (maestro y orientador jubilado)

PROFESOR EN LA SECUNDARIA

Por José Manuel Castro Díaz (maestro y orientador jubilado)

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Guía de orientación en secundaria para alumnos y padres de Murcia.

La carpeta de Olga

Por José Manuel Castro Díaz (maestro y orientador jubilado)

elorientablog

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