Acabo de encontrarme, gracias a Twitter, a un grupo de personas admirables: Maestros con los niños de Siria. Personas que dedican su vida a ayudar a los demás, a los más desfavorecidos, estén aquí o en el otro lado del mundo, sufriendo hambre, guerras, abusos… Los que tenemos la suerte de vivir en el primer mundo, aunque sea con problemas políticos o económicos, tenemos que ser conscientes de que somos unos privilegiados y de que, cada uno dentro de sus posibilidades, debemos solidarizarnos y ayudar a esos otros pueblos que están en una situación mucho peor.
Desde la educación se puede hacer una gran labor. La conciencia se va formando en relación con los demás. Y si esa relación es de ayuda, de comprensión, de empatía, ayudaremos a formar conciencias y sujetos tolerantes, solidarios, comprensivos. Por eso, creo que en las aulas deberían programarse actividades que ayuden a entender lo que está sucediendo, por ejemplo, con los refugiados sirios y de otras nacionalidades que llegan desesperados a Europa, que viven en campamentos en condiciones infrahumanas en sus propios países o en otros países limítrofes. Conocer lo que está ocurriendo, lo que piensan e intentar ponerse en su lugar. Nosotros podríamos ser ellos. En el siguiente enlace, y en otras experiencias que están en esa misma página, hallaremos muchas actividades para realizar, por ejemplo, en clase de tutoría:
Selección de vídeos que nos ayudan a «ponernos en el lugar del otro»