La autoridad se apoya en la razón

Dijo el rey: “Si yo ordenara a un general volar de flor en flor como una mariposa, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida, la culpa no sería del general, sino mía. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar. La autoridad se apoya antes que nada en la razón.”
El principito, de Antoine de Saint- Exupéry

Esta frase de El principito acudía a mi mente muchas veces cuando mi tiempo estaba dedicado en cuerpo y alma a la educación. Pasaba muchas horas preparando las clases, corrigiendo ejercicios, hablando con los compañeros, asistiendo a cursos, leyendo y escribiendo sobre temas educativos, orientando a estudiantes y padres, informando y aconsejando a compañeros en el instituto. Y casi siempre me encontraba con el mismo problema: el curriculum y la evaluación. Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho. Barreras infranqueables, escudos de fuerza que impedían razonar más allá de lo que la inspección, los libros de texto, los decretos y las órdenes exigían. Ya podías apelar a los más eximios pedagogos, sobre todo a los que no se dejaron arrebatar y deslumbrar por los oropeles de los políticos, que se daba uno contra un muro. Ese muro era prácticamente inexistente en la educación primaria de los primeros años setenta y ochenta del siglo pasado, se hablaba de la autonomía de la escuela, de los proyectos educativos, de los talleres, se habían abandonado las reválidas en bachillerato, se comenzó a aplicar la evaluación continua… Después llegaron la LOGSE, la LOE, la LOMCE y comenzó el calvario. Mucho ruido y pocas nueces, mucha fanfarria pero poco dinero, mucho trabajo en los despachos pero poco trabajo a pie de calle. Es decir, no se escuchó al profesorado, al que de verdad tenía que llevar adelante cualquier proyecto, al que había preparar y convencer, persuadir y no obligar. No se puede correr una maratón si antes no se entrena lo suficiente. No basta con decir que son funcionarios y tienen que obedecer lo que emana de las leyes educativas, porque no se tiene autoridad si no se da ejemplo y ejemplo es, precisamente, lo que falta.

En el horizonte siempre estaba la isla de las sirenas, la que atraía a los incautos que se acercaban para encontrar la fórmula definitiva que resolviera los problemas de la educación (métodos de enseñanza perfectos, técnicas de estudio infalibles, trabajo en equipo, programaciones ejemplares, contenidos adecuados, administración al servicio de la comunidad educativa) y se encontraban con el naufragio y la locura del currículum cerrado, de la evaluación por competencias, de siglas como LOE, LOMCE, LOGSE, de una inspección al servicio de la política y no al servicio del alumno y del profesor, del voluntarismo del profesorado por la falta de medios. Así podríamos continuar ad infinitum.

¿Para cuándo la auténtica autonomía pedagógica, los medios suficientes, la selección y preparación adecuada del profesorado, las leyes razonables y adaptadas a la sociedad actual y futura? ¿Para cuándo un pacto educativo duradero? Y sobre todo, al hilo de la frase que da título a esta entrada y que he sacado de El principito, un libro que debería ser de lectura obligatoria, ¿para cuándo aplicar la razón y el sentido común en un ámbito en el que debería reinar sobre todas las cosas, es decir, en la educación?

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2 respuestas to “La autoridad se apoya en la razón”

  1. Colectivo Orienta Says:

    Muy buena reflexión, José Manuel. El Principito nos da sin duda muchas claves para el día a día, también en temas pedagógicos.

  2. José Manuel Castro Says:

    Como siempre, gracias por tus palabras, Alberto. Aunque poco a poco estoy rompiendo amarras y soltando lastre en este blog, de vez en cuando me gusta reflexionar sobre temas educativos. Saludos

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