Archive for the ‘adolescencia’ Category

Trabajar la empatía con los adolescentes

19 de enero de 2018

La adolescencia es quizás la etapa más compleja en la vida del ser humano. Padres y profesores pueden dar fe de ello. Niños y niñas hasta los diez u once años, con todos los matices que queramos hacer, son más manejables, flexibles, cariñosos, obedientes (si desde pequeños se ha sabido establecer unas mínimas normas de convivencia en la familia o en el colegio y sin querer decir que todo lo anterior sea bueno, malo o mejor). Pero a partir de los once o doce años las cosas van cambiando. Y docentes y familias se encuentran, a veces, con graves problemas de comunicación, de convivencia, de falta de motivación, de enfrentamientos, de alejamiento. Por eso es importante informarse, conocer no sólo las principales características de esta etapa, sino la manera de enfrentarse a las dificultades, manejar las situaciones complicadas que se pueden dar y ayudar a superarlas.

En Aika se proponen Cinco formas de trabajar la empatía con los adolescentes. Ya sabemos que la empatía es la manera de comprender a los demás, de saber ponernos en su lugar. Así que los adultos deben desarrollarla y ayudar a que sus hijos o sus alumnos la desarrollen y los ejemplos que ahí se exponen pueden servir de ayuda.

Por otro lado, en el siguiente enlace se hace un compendio de las entradas que, en este blog, se han hecho sobre la adolescencia.

Algunas claves sobre la adolescencia

Para finalizar, pinchando en el siguiente enlace, encontraréis un completo artículo de Conchi Martínez Álvarez titulado Comprendiendo a los adolescentes (multiproblemáticos o no) publicado en AAPE Asociación Adopción punto de encuentro. La infografía siguiente resume muy bien lo que se explica en el artículo
infografia la adolescencia

 

La soledad de los nuevos adolescentes

2 de junio de 2017

Aika_Whatsapp

Ahora que se cumplen 50 años de la publicación de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, parece casi imposible que en la era de la comunicación, de la información en tiempo real, de herramientas como Whatsapp o Skype, tengamos la impresión de que las personas vivimos cada vez más aisladas, más incomunicadas. Aunque no lleguemos al extremo de padecer el Síndrome de Hikikomori que sufren muchos adolescentes hay cada vez más personas que no necesitan salir de sus casas, de sus habitaciones, para interaccionar con sus semejantes. Con un teléfono móvil, un ordenador y acceso a Internet, tenemos todo lo imprescindible para colmar nuestras necesidades de vivir en sociedad. Hace algunas décadas pasábamos mucho tiempo en las sobremesas, con las reuniones de amigos o en tertulias. Necesitábamos el contacto físico y visual, la cercanía, porque esa es la esencia, junto con el lenguaje, de la vida social. Las discusiones interminables, la confrontación de ideas, la capacidad de convencer y ser convencidos mediante la palabra y el gesto ya no son necesarias. Ahora se impone lo que es trending topic, las visitas en Youtube o los seguidores en Instagram, en Twitter o en Facebook. Queremos tener muchos «amigos» y obtener muchos «me gusta» en las publicaciones, porque siempre estamos publicando, reenviando, copiando y pegando y pocas veces pensando. Porque son muy pocos los que crean y piensan y muchos los que copian.

Podemos llegar en muy poco tiempo a cualquier lugar del mundo, podemos hablar con las personas que queremos o con las que trabajamos en tiempo real aunque nos separen miles de kilómetros. Son unas ventajas enormes, pero… En la soledad de la masa, de la habitación familiar o del apartamento alquilado, la distancia ya no importa. Cada vez nos encontramos más a gusto, más cómodos, si nos comunicamos con las nuevas herramientas. Ya no tenemos que fingir alegría, miedo o sorpresa porque no ven nuestros ojos, nuestros rostros. Podemos insultar, desprestigiar o elevar al Olimpo solo pulsando un botón, escribiendo menos de ciento cuarenta caracteres o reenviando mensajes, muchos de los cuales son mentiras, son falsos. Pero no importa, viajan por la red y se multiplican por segundos creando estados de opinión, manipulando conciencias, aniquilando personas u originando conflictos. La inmediatez del mensaje exige respuestas rápidas. Y esa rapidez está enfrentada con la reflexión. Ese es uno de los graves problemas a los que los adultos, y sobre todo los docentes, tienen que hacer frente.

Los adultos, sobre todo aquellos que ya estamos en una edad en la que la curva del tiempo está descendiendo, podemos comparar, podemos elegir cualquier forma de comunicación, con o sin Internet, con o sin Whatsapp, con o sin Twitter o Skype porque hemos nacido y crecido sin móviles, sin ordenadores, casi sin televisión. Y podemos comparar y decidir. Pero nuestros hijos o nuestros nietos no conocen otra forma de relación. Les parece demasiado simple o cutre o antediluviano cualquier tiempo pasado. Quizás alguna música o algún personaje les parezca interesante, pero cada vez menos. Lo virtual se impone a lo real, no siempre, pero cada vez más.

Siempre ha habido enfrentamientos entre generaciones, entre padres e hijos, porque eso es sano, la necesidad de romper vínculos, de salir del cascarón definitivamente. Autonomía y libertad, la gran lucha entre jóvenes y menos jóvenes existe desde el principio de los tiempos. Ahora tenemos que adaptarnos a las nuevas situaciones porque en ello está el futuro de aquellos a los que pasaremos la antorcha. Y la familia, la escuela o el instituto son realmente los garantes de que la sociedad subsista con un mínimo de calidad en las relaciones interpersonales, con una adecuada educación emocional y con el imprescindible contacto social.

Recomiendo la lectura del artículo Whatsapp, los adolescentes y el nuevo no tiempo publicado en Aika Educación en el que se reflexiona sobre todo esto y mucho más.

Ser realmente joven

19 de septiembre de 2016

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Hace poco me recordaron el comienzo del discurso que Antonio Machado tenía pensado realizar en la Conferencia Nacional de Juventudes que se celebró en Valencia los días 15, 16 y 17 de enero de 1937. Por problemas de organización no lo pudo leer, pero fue incluido en su libro La guerra, publicado ese mismo año. Esa intervención fallida la tituló Discurso a las Juventudes Socialistas Unificadas.

En aquellos tiempos convulsos era imprescindible encontrar y lanzar al viento palabras e ideas que canalizaran e impulsaran las energías de los que iban a reconstruir el país, que se estaba desangrando y desmoronando por una cruel guerra civil. Si en todas las épocas la esperanza de mejorar el presente se encuentra en la juventud, que es la que tiene la fuerza, la pasión, la pureza y la rebeldía necesarias para luchar contra los problemas y contra las injusticias, es en momentos difíciles cuando hay que fomentar todos esos valores. No hay que centrarse en los errores, propios de la inexperiencia o de la impulsividad que son características de esas edades, sino aprovecharlos para que se analicen los fallos y para encontrar mejores soluciones. Esa es precisamente una de las principales labores de los docentes, la de ayudar a los estudiantes a reflexionar sobre los problemas de la sociedad, a buscar diferentes alternativas, a realizar preguntas y a encontrar respuestas.

Estamos en momentos complicados que afectan fundamentalmente a los jóvenes, pero debemos concienciarlos de que son ellos, su generación, los que con su esfuerzo, su disciplina, su preparación y su ilusión encontrarán los caminos, los senderos que permitirán salir de esta situación. Nosotros, los adultos, debemos acompañarlos, ayudarlos cuando tengan dudas, evitar que caigan en la desesperación y la apatía que también son compañeros indeseables de viaje. Nuestra labor es difícil: acompañar sin asfixiar, interferir y aconsejar lo menos posible, ayudar cuando nos lo soliciten o cuando sospechemos que necesitan nuestra ayuda, mantener las distancias adecuadas y suficientes, ni demasiado cerca ni excesivamente lejanas. No hay manuales perfectos porque nosotros tampoco lo somos y no podemos pedir su perfección cuando también somos imperfectos.

Dejo hablar al sabio, al poeta, al profesor y reproduzco algunos párrafos del mencionado discurso de Antonio Machado, ese canto ilusionado e ilusionante a la juventud, porque recoge en esencia lo que cualquier persona que se dedique a la enseñanza o a trabajar con adolescentes y jóvenes debería tener constantemente presente.

Acaso el mejor consejo que puede darse a un joven es que lo sea realmente. Ya sé que a muchos parecerá superfluo este consejo. A mi juicio, no lo es. Porque siempre puede servir para contrarrestar el consejo contrario, implícito en una educación perversa: procura ser viejo lo antes posible.

Se vela por la pureza de la niñez; se la defiende, sobre todo, de los peligros de una pubescencia anticipada. Muy pocos velan por la pureza de la juventud; a muy pocos inquieta el peligro, no menos grave, de una vejez prematura. Sabemos ya, y acaso lo hemos creído siempre, que la infancia no se enturbia a sí misma, y hemos adquirido un respeto al niño, loable, en verdad, si no alcanzase los linderos de la idolatría. Se sigue creyendo, en cambio, que toda la turbulencia que advertimos en los jóvenes es de fuente juvenil, y que al joven sólo puede curarle la vejez. Yo he pensado siempre lo contrario. Por ello he dicho siempre a los jóvenes: adelante con vuestra juventud. No que ella se extienda más allá de sus naturales límites en el tiempo, sino que, dentro de ellos, la viváis plenamente. Adelante, sobre todo, con vuestra faena juvenil: ella es absolutamente intransferible; nadie la hará, si vosotros no la hacéis.

Nada temo de la indisciplina juvenil, porque nunca he creído en ella. Mucho temo, mucho he temido siempre de la mansa indisciplina de la vejez, de esa vejez anárquica, en el sentido peyorativo de estas dos palabras —un hombre encanecido en actividades heroicas sabe guardar como un tesoro la llama íntegra de su juventud, y un anarquista verdadero puede ser un santo— de ese espíritu díscolo y rebelde a toda idealidad, siempre avaro de bienes materiales, codicioso de mando para imponer la servidumbre, que, en suma, sólo obedece a lo más groseramente individual: los humores, y apetitos de su cuerpo averiado, sus rencores más turbios, sus lujurias más extemporáneas. A eso, que es la vejez misma, he temido siempre.

La crisis de la adolescencia: el talento de los adolescentes

18 de May de 2015

La palabra crisis nunca pasa de moda. Es uno de los términos que más se utilizan, ya que parece que hay situaciones, épocas o circunstancias que deben ir acompañadas necesariamente por dicha palabra: crisis financiera, crisis política, crisis matrimonial, crisis energética… Sabemos que crisis significa cambio, riesgo; es un momento decisivo que puede suponer consecuencias importantes y que, si no evoluciona favorablemente, podría ocasionar graves perjuicios.

A lo largo de la vida, las personas pasan por momentos críticos. El nacimiento es el primer momento crítico y el más importante ya que sin él no existen, como es lógico, los demás. La entrada en la escuela supone otro cambio profundo porque hay que enfrentarse a nuevas situaciones y a nuevas reglas, dejar la compañía protectora de los padres y aprender a convivir y a relacionarse con muchas más personas al mismo tiempo.

Y la adolescencia es otro momento fundamental en el que el cuerpo, el cerebro, la mente sufren profundos cambios, quizás los más decisivos. Estamos acostumbrados a pensar, porque lo hemos escuchado muchas veces, que la etapa más importante, la que va a poner las bases de la personalidad y del aprendizaje, es la infancia, los tres o cuatro primeros años. Se pone el ejemplo de la planta que comienza a crecer torcida y que después es imposible de enderezar. Es una imagen sugestiva, pero no totalmente cierta. Sin cuestionar la importancia de esas edades, que ponen las bases de muchos hábitos que después se mantendrán a lo largo de la vida, utilizo las palabras del filósofo y profesor José Antonio Marina sobre la adolescencia: es el momento en que las personas desarrollan sus grandes capacidades de actuar, que ejercerán durante el resto de su vida. Es la edad en que aprendemos a tomar decisiones y, de hecho, tomamos algunas que influirán en toda nuestra vida. Es una visión absolutamente optimista sobre esta etapa, independientemente de las profundas contradicciones que en ella se producen. Pero son precisamente estas contradicciones, con la enorme energía que las acompañan, las que van a poner las bases, si las aprovechamos convenientemente y las encauzamos, para mejorar su inteligencia, gestionar mejor sus sentimientos, cambiar aspectos de su personalidad.

Aprovecho tres enlaces de José Antonio Marina. El primero es un artículo publicado en periódico El mundo:

En defensa de los adolescentes, por José Antonio Marina

El segundo es el  resumen de una conferencia: La inteligencia, nuestro gran recurso.

Por último, una entrevista de televisión Café con José Antonio Marina: «Hay que apoyar el talento de los adolescentes».

talento-adolescentes

Construyendo tu sueño

9 de May de 2015

El doctor Mario Alberto Puig, cirujano, escritor y conferenciante, se ha hecho famoso en los últimos años por su gran capacidad de comunicación desde un punto de vista humanista. A partir de su experiencia como médico, fue dándose cuenta de la importancia de la comunicación para generar salud o enfermedad, convirtiéndose en uno de los más reconocidos expertos en temas de liderazgo, comunicación y gestión del estrés.
Aunque ya conocía alguna de sus intervenciones, en el Blog de Claudio Castilla, Orientaguía, se hace referencia a una charla del mencionado doctor en la que se dan claves para vencer los miedos y salir de nuestra zona de confort, lo que nos ayudará a conseguir nuestros sueños y convertirnos en quien realmente somos o pretendemos ser.

OrientaGuía

Para conseguir nuestros sueños y convertirnos en quién realmente somos, tenemos que vencer los miedos y salir de nuestra zona de confort. En este vídeo TED, Mario Alonso Puig nos da algunas claves para ello.

Ver la entrada original 174 palabras más

Adolescentes: negociar con los hijos, sí; chantajes, no.

9 de May de 2015

Educar a los hijos no es fácil, y educar a un hijo adolescente puede convertirse en un auténtico martirio en muchas ocasiones. Como ya he comentado varias veces en este Blog, ningún hijo viene con un manual de instrucciones sobre cómo educarlo y sólo la observación, la experiencia, el sentido común o la paciencia pueden ayudarnos a cometer el menor número de errores posibles. Porque seguramente nos equivocaremos de vez en cuando y si tenemos varios hijos comprobaremos que lo que da resultado y vale para uno no sirve para otro.

Además de la propia experiencia, la de los amigos o la de otros familiares, pueden ayudarnos a afrontar la educación en esta etapa de la vida (generalmente entre los 13 y los 17 años) los profesores u orientadores en los Institutos, los psicólogos, y también, una serie de publicaciones que dan consejos muy prácticos y soluciones a problemas que son comunes a todos los adolescentes.

Aunque no hay recetas mágicas ni los manuales de autoayuda son demasiado efectivos, sí hay artículos, libros o páginas web muy apropiadas. Hay mucha información y muy buena, alguna ya publicada en este Blog. Como no pretendo abrumar con lecturas muy académicas, teóricas o complicadas, me permito hacer una selección y recomiendar las siguientes:

  • Solohijos.com (de 13 a 17 años) (página web con muchos consejos y artículos que abordan los problemas más habituales en las relaciones entre padres e hijos en la adolescencia).
  • Adolescentes. Publicación de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía dedicada a los adolescentes. Se publicaron 3 números:

Número 1. Llegó la adolescencia. ¡Cómo ha cambiado!

Número 2. ¿Cómo ser buen padre o madre?

Número 3. Y llegó la temida secundaria

Recordar que en este Blog también se publicó un artículo que puede complementar la información anterior:

Del niño tirano al adolescente violento. Causas, síntomas y cómo reaccionar

Instagram y los adolescentes

8 de febrero de 2015

instagram

Twitter, Whatsapp y Facebook eran, hasta hace poco, las redes sociales más utilizadas por los adolescentes. Pero en unos meses Instagram se ha populariazado y el pasado mes de diciembre alcanzó los 300 millones de usuarios y superó a Twitter. En España, según un estudio al que hice referencia hace un año en la entrada Dos estudios sobre el uso de Internet y de los móviles en niños y adolescentes, el acceso a las redes sociales entre los menores españoles de 11 a 14 años es mayoritario. Nada menos que el 72% de los usuarios de 11 a 14 años con smartphone accede a redes sociales desde su terminal.

En una entrada de El Huffington Post titulada La red social Instagram arrasa entre niños y adolescentes  se dice:

Lo que comenzó siendo una red centrada en la fotografía se ha convertido en un entorno en el que los adolescentes conversan, se envían mensajes y hablan de sus cosas, planes, inquietudes, grupos musicales, etc, etc. Es para ellos un verdadero medio de comunicación, en el que se envían de forma cotidiana hasta fotografías con los ejercicios que ha puesto el profesor de matemáticas, de lengua o de cualquier otra asignatura. Muchos de ellos hacen un uso responsable, cuidando lo que dicen, las fotos de suben, y respetando la privacidad de los demás. Pero en otros casos no sucede así, y podemos encontrar a niños o niñas de 11 años subiendo fotografías que no deberían publicar, o utilizando la herramienta de forma inadecuada. Si unos padres deciden que su hijo/a menor de 14 años tenga un perfil en Instagram, deben implicarse y prepararle. Sentarse con ellos, practicar e incluso aprender a su lado, les permitirá iniciar a sus hijos en su manejo abordando aspectos como el tipo de fotos, la configuración de la privacidad, el respeto a los demás y otras cuestiones de forma natural.

Al final de ese reportaje se inserta un enlace a una Guía para padres sobre el uso de Instagram. Nunca está de más informarse y ponerse al día sobre unas herramientas que nuestros hijos manejan con total soltura, que tienen muchas ventajas pero que también pueden suponer algunos riesgos que, siguiendo los consejos que se incluyen en la Guía, se evitan con facilidad.

Del niño tirano al adolescente violento. Causas, síntomas y cómo reaccionar

4 de febrero de 2015

niños-adolescentes2En las últimas décadas la sociedad en su conjunto y la familia como núcleo de la misma han sufrido cambios muy profundos. La estructura familiar, sea nuclear (padre, madre e hijos) o extensa (padres-hijos-abuelos-tíos-primos…), con unas relaciones, jerarquías y roles muy marcados y asumidos por todos los miembros, se ha visto modificada no sólo en su composición, estructura y roles, sino también, y de manera muy evidente, en las funciones y actividades que tradicionalmente realizaban y asumían sus componentes.

Las funciones de protección económica, afectivas, educativas o recreativas, que se consideraban patrimonio casi exclusivo de la familia, han sido asumidas paulatinamente por otras instituciones de la sociedad. Independientemente de que la familia esté formada por parejas heterosexuales u homosexuales, por hijos biológicos o adoptados, que los padres estén separados, que convivan en un mismo hogar hijos e hijas de varios matrimonios, etc., las funciones mencionadas no tendrían por qué haberse modificado sustancialmente. Y, sin embargo, podemos comprobar desde la perspectiva de los centros educativos que, por distintas circunstancias (imposibilidad de conciliar la vida laboral y familiar, falta de recursos o incapacidad, por ejemplo), muchos padres han tenido que delegar las citadas funciones en instituciones que, nunca o casi nunca, pueden llegar sustituirlos. Las personas se crean y se desarrollan fundamentalmente en la familia, ya que el aprendizaje vicario, es decir, el que se realiza con el ejemplo y con la imitación, el que modela a la persona, se realiza en gran medida en el hogar. El amor y el cariño, la autoridad y el respeto tienen su base en lo que los niños ven en sus padres en sus primeros años de vida.

En la web familiaysalud se han publicado recientemente dos artículos que explican por qué se están generalizando determinadas situaciones de violencia dentro de la familia: padres que maltratan a sus hijos, hijos maltratadores de sus padres, violencia de género… Se dirá que esto ha ocurrido siempre y que ahora se sabe más porque hay más información. Y no me cabe duda de que esto es verdad, pero también es verdad que en una sociedad avanzada y desarrollada, esto debería ser cada vez menos frecuente. Sin embargo, las estadísticas no mienten y los casos no disminuyen.

Recomiendo la lectura de estos dos artículos porque ponen el dedo en la llaga, buscan los síntomas y el porqué un niño tirano se suele convertir en un adolescente violento, así como saber reaccionar ante estas situaciones.

Del niño tirano al adolescente violento: causas y síntomas

Del niño tirano al adolescente violento: cómo reaccionar

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Uno de cada tres jóvenes considera aceptable controlar a su pareja

27 de enero de 2015

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Todavía queda mucho terreno por abonar y mucho camino por recorrer. En este blog hemos hecho hincapié en la necesidad de educar a los jóvenes en los valores de la igualdad entre los sexos, en el respeto, en la libertad (recopilación de enlaces sobre coeducación). En nuestro Instituto, tanto desde el Departamento de Coeducación como en la tutorías, son numerosas las actividades dedicadas a concienciar a nuestros alumnos. Y creo que estamos avanzando, que hemos mejorado en bastantes aspectos. Pero en la sociedad en general, y en los jóvenes en particular, todavía siguen persistiendo muchos estereotipos que consideran «normal» la desigualdad o cierto tipo de violencia de género.

Que un chico controle los horarios, las amistades, el móvil, el estudio o el trabajo de su pareja, es considerado inevitable o aceptable por uno de cada tres jóvenes entre 15 y 29 años. Es lo que señala el estudio «Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud», elaborado por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.

No nos cansamos de decirle a nuestros estudiantes, chicos y chicas, que el amor o el cariño hacia el otro implica respeto y libertad; que las relaciones de pareja deben basarse en una verdadera confianza y que nunca, en ningún caso, en ninguna situación, puede ni debe consentirse manifestación alguna, por pequeña que sea, de violencia, ni física ni verbal ni de cualquier otro tipo. Como ya he dicho en muchas ocasiones, las familias deben educar a sus hijos y a sus hijas en estas ideas desde muy pequeños. El respeto empieza por uno mismo. Si desde las edades más tempranas inculcamos los valores de igualdad, libertad y tolerancia entre ambos sexos, serán capaces de detectar los primeros síntomas de violencia (palabras, miradas, gestos, hechos) y si esto sucede, acabar con la relación, enfrentarse al otro o denunciarlo, si es el caso.

En muchos periódicos de hoy se recoge un resumen del estudio, que podemos leer completo pinchando en el enlace «Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud«.
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Quien educa es el centro entero, no sólo el profesor

1 de diciembre de 2014

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Hace poco el periódico El Mundo publicó una entrevista con el filósofo y pedagogo José Antonio Marina, con motivo de la publicación de su último libro titulado El talento de los adolescentes. En él sostiene, a partir del repunte de las conductas agresivas y de la falta de respeto del alumno hacia el profesor, que «infantilizamos al adolescente por miedo a exigirle mucho», «estamos liberando a los chicos de toda responsabilidad, lo que es un disparate», «los casos de agresividad que no se controlan antes de los 9 años van a más» o que «hay patologías en niños y adolescentes que no están siendo bien detectadas». Pero también añade otras ideas más optimistas sobre la adolescencia, como la de que es una etapa privilegiada para el aprendizaje y para la adquisición de nuevas posibilidades.

Todos los que nos dedicamos a la enseñanza, sobre todo en los Institutos, sabemos que entre los 13 y los 18 años la autoridad de los adultos es cuestionada, sobre todo la de aquellos más cercanos y con los que conviven a diario: padres y profesores. Es normal que la afirmación de la propia personalidad requiera de una continua adaptación a un medio que, en muchas ocasiones, lo consideran hostil, sobre todo en lo relativo a la aceptación de unas normas impuestas. Por eso la negociación de dichas normas es muy importante. Eso no significa que haya aquiescencia en todo lo que nuestros hijos o alumnos propongan, pero sí establecer mecanismos que permitan aceptar propuestas y que éstas contengan una cierta flexibilidad según las circunstancias.

La hora de llegada a casa, el horario de estudio de las tardes, las tareas domésticas, las amistades elegidas, etc., son fuente de discusiones que, si no se encauzan convenientemente, pueden conducir a situaciones problemáticas que se enquistan en el tiempo. La coordinación familia-centro educativo es, en estos casos, muy importante, así como la coordinación padre-madre o tutor-tutora y en los equipos docentes. En este último sentido, retomamos una idea fundamental de la entrevista con Juan Antonio Marina: «Quien educa es el centro entero, no sólo el profesor. Un centro que decide que no haya problemas graves de disciplina lo logra en dos años, con personal encargado, comisiones de mediación y un sistema de normas que se consensúa desde el primer día».

Como siempre, desde el sentido común y la experiencia, José Antonio Marina analiza con inteligencia los problemas de la educación (no sólo la que se produce en los centros docentes) y propone soluciones a los mismos. Se puede leer la entrevista completa en el siguiente enlace:

José Antonio Marina: Educa el centro entero, no sólo el docente


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